“Parral me gusta hasta pa’ morirme”, decía el general Francisco Villa, sabedor de que “en la vida lo único seguro es la muerte”.
Y el adagio se cumpliría la mañana del 20 de julio de 1923, precisamente en su ciudad predilecta, Hidalgo del Parral, donde encontraría su final.
Ese día, el automóvil Dodge Brothers que conducía el mismo centauro, avanzaba lentamente por las calles vacías cuando un hombre les salió al paso en la esquina de Juárez y Barreda, levanta la mano y tras quitarse el sombrero saluda a los tripulantes con el viejo grito de guerra de la División del Norte: ¡‘Viva Villa’!.
La balacera que se desata es infernal. Un grupo armado, que ya lo cazaba desde días antes, se interpuso en el trayecto del automóvil que conducía el propio Villa y descargó una ráfaga de proyectiles expansivos.
Doce balas destrozaron el corazón del centauro y uno de sus pulmones. Su cuerpo quedó recostado sobre el asiento.
Junto a él murieron su lugarteniente el coronel Miguel Trillo, dos integrantes de su escolta: Rafael Medrano y Claro Hurtado, además de su asistente, Daniel Tamayo.
Ramón Contreras, miembro de su guardia personal, fue el único que sobrevivió y también quien logró responder al ataque abatiendo a uno de los agresores.
La emboscada eliminó al hombre, sin embargo, arraigó la fascinación popular por el caudillo revolucionario mexicano, cuyas andanzas le han dado vuelta al mundo en forma de libros, películas, documentales, monumentos, corridos, leyendas, cabalgatas, anécdotas y más.
La emboscada eliminó al hombre, sin embargo, arraigó la fascinación popular por el caudillo revolucionario mexicano, cuyas andanzas le han dado vuelta al mundo en forma de libros, películas, documentales, monumentos, corridos, leyendas, cabalgatas, anécdotas y más.
El culto a su personalidad se arraiga al paso de los años en la medida en que la historia lo pone en su dimensión militar –clave en la toma de Juárez en 1911, que propició la caída de la dictadura de Porfirio Díaz, y pieza fundamental para derrotar al usurpador Victoriano Huerta con la toma de Torreón y Zacatecas– y en el ente político como gobernador de Chihuahua.
Originario de San Juan del Río, Durango, bajo el nombre de Doroteo Arango, Villa nació el 5 de junio de 1878 en el rancho “La Coyotada”.
Originario de San Juan del Río, Durango, bajo el nombre de Doroteo Arango, Villa nació el 5 de junio de 1878 en el rancho “La Coyotada”.
De padres campesinos y pobres, su vida antes de la Revolución transcurrió en la miseria y después fue a salto de mata tras convertirse en bandolero y cometer numerosos actos de abigeato.
Sin embargo, tras ser reclutado por Abraham González para iniciar el levantamiento armado del 20 de noviembre de 1910, llegaría a marcar el rumbo que tomó la Revolución mexicana.